Sergio Garrido Bautista (Departamento de Marketing del CLM)
Tuve la enorme suerte de nacer aquí, en la ciudad nazarí. Y no sólo tuve la suerte de criarme en la ciudad de la Alhambra, también tuve la suerte de crecer en la ciudad del “tapeo al sol”. Por si fuera poco, seguí con mi suerte y maduré en la blanca ciudad de Sierra Nevada.
Ahora vivo con la esperanza de envejecer en la ciudad del pionono, de las habas con jamón y del plato alpujarreño, y con el anhelo de morir en la ciudad del Albaicín, de la Vega y de la Costa Tropical.
Quizás no es suerte, sino un préstamo. Algo por lo que debes compensar, algo por lo que debes equilibrar la balanza. Por ello, nunca olvides recompensar a Granada por ofrecernos tanta belleza… disfrutando de ella.
Yo, de momento, reduzco mi enorme deuda con la siguiente composición:
No tan brillante como en Granada, pero el Sol siempre sale.
Una sensación te aturde al levantar.
No tan elegante como en Granada, pero el río siempre sube.
Un asombro te domina al contemplar.
No tan claro como en Granada, pero el cielo siempre se abre.
Un sentimiento te invade al observar.
No tan blanca como en Granada, pero la sierra siempre cubre.
Un “subidón” te llena al disfrutar.
No tan grande como en Granada, pero la sonrisa siempre cabe.
Una compasión te asalta al retornar.
No tan arrebatadora como en Granada, pero la música siempre surge.
Un “duende” te irrumpe al bailar.
No tan reveladora como en ti, pero Granada siempre nace.
Una emoción te llena al comprobar
que como ‘Graná’ no hay ‘ná’
y como su gente tampoco.